Todo en la vida tiene su tiempo, es decir, hay un tiempo para todo. Todos hemos sentido decepciones de toda clase, unas buscadas por nuestra propia voluntad, pero otra que lamentablemente nos encontramos. Pero en la vida todo hay que saberlo interpretar pues cuando estas cosas nos ocurren pensamos que fue cuestión de mala suerte o que simplemente somos unos fracasados. Pero en realidad la buena o mala suerte no existen, pues todo lo que obtenemos en nuestra vida es fruto de nuestro trabajo u holgazanería, pero entonces se podría pensar ¿Por qué si hago las cosas bien los resultados son malos?.....la respuesta no es fácil porque en la practica esto nos ocurre muchas veces, y la respuesta que nos demos condicionara los resultados del futuro, pues la otra noticia es que el futuro no existe pues solo existe lo que vivimos y hacemos en este instante. No es correcto decir “fracasamos” sino mas bien decir “fallamos”, ya que cuando se invoca el fracaso es como si se invocara una maldición de la cual no hay reversa y de l cual se desprenden muchos otros fracasos mas, pero cuando decimos que “fallamos” estamos diciendo que solo fue una falla, es decir que lo que ocurrió es remediable.
¿Que se busca entonces con todo este análisis sobre las fallas en nuestra vida?...lo que se busca reconocer es que en el afán de construir un futuro mejor, o dicho de otra de otra forma el temor de no llegar a donde queremos, nos hace tomar decisiones apresuradas, realizando acciones incorrectas por calmar nuestro desespero al no lograr lo que queremos cuando lo queremos. De ahí surgen los fallas, pues tomamos decisiones equivocados, nos metemos en cosas para las cuales no estábamos preparados sin reconocer que la vida es una lucha constante en donde los retos van aumentando de nivel a medida que crecemos en nuestro interior, pero muchas veces desconocemos esto y queremos saltar sobre todos estos niveles y cuando no lo logramos nos quejamos de nuestra mala suerte. El llamado aquí es que no hay que pensar así y que lo mayor que uno puede hacer es que muy dueños del futuro que parezcamos, el entorno existe y no todo lo que planeamos puede resultar como lo pensábamos. Por lo tanto demos tener en cuenta que hay un tiempo para todo es decir, para fallar y para acertar; para reír y para llorar; para unirse y para separarse; para nacer y para morir, y que nuestra inteligencia radica en reconocer estos tiempo y en afrontarlos con la madurez que se requiere porque son cosas inherentes a la existencia, por lo tanto no se pueden desconocer.
Entonces de ahora en adelante si fallamos, no es porque seamos fracasados o tengamos mala suerte, sino por que era tiempo de aprender una enseñanza de la vida para cuando llegue el tiempo prosperar podamos saborear la victoria.